miércoles, 11 de enero de 2017

EN BUSCA DE LA FELICIDAD


El otro día, una fría y tranquila tarde de invierno, pasó por una calle de mi barrio un tipo trajeado conduciendo un BMW descapotable, con la capota abierta, la música a tope y moviendo la cabeza rítmicamente. Seguro que muchos lo miraron con admiración, envidia o simplemente servil condescendencia. Y es que los ricos tienen un poder que los hace parecer mejores que nosotros, aún sin ser verdad: "hacer que la gente quiera ser como ellos". Y somos nosotros mismos los que se lo otorgamos mediante esa envidia o admiración que no nos lleva a ninguna parte.

Una vez tienes tus necesidades básicas cubiertas - un techo bajo el que cobijarte, una cama donde dormir, comida para llenarte la tripa, algunos eurillos para caprichos, una salud más o menos buena, alguien que te quiera, etc -, todo lo demás no dejan de ser extras innecesarios que quizás sí sirvan para endulzarte la vida, pero que no te llevarán a conseguir nada que ya no hayas logrado por tus propios medios. Y es que uno puede ser rico y ser un completo amargado, infeliz, frustrado, etc, aunque manteniendo, eso sí, un aspecto inmejorable y una cara de pasarlo de puta madre de cara a la galería. Un ejemplo: el gran Elvis, por citar sólo a uno.

Como se ha dicho ya muchas otras veces, la felicidad la encontraremos en nuestro interior, y cada uno debe hallar su camino para llegar a ella. Y debemos asumir que nuestra felicidad quizás nunca sea del todo completa, o que no durará para siempre - al igual que las penas, por suerte -, pero es nuestro deber buscarla, cuidarla para que prospere y disfrutarla cuando la encontremos, sea durante unos fugaces 5 minutos o durante un día entero.



Seguro que muchos admiraron y envidiaron al tipo del BMW la otra tarde, pero no fue mi caso: yo sólo vi a un gilipollas molestando a los vecinos con la música a toda castaña y con la capota bajada en el día más frío de lo que llevábamos de invierno. Y me la suda que tuviera la mejor calefacción que se pudiera permitir en el coche, porque eso es algo totalmente accesorio: si hubiese llevado la capota bajada, hubiera estado calentito sin molestar a nadie. Que ¿por qué lo hizo?¿Acaso es un imbécil redomado? Seguramente sí, pero también sabe que su poder sobre nosotros es hacer notar a la plebe que tiene más pasta, pues con eso consigue que se le envidie y se le suponga más feliz. Y eso es lo que a él, seguramente, le da la felicidad.


P.D. Sed felices y no comáis perdices, que ellas no tienen ninguna culpa de que los cuentos, para acabar en alto, busquen la rima más fácil :-P