martes, 16 de abril de 2013

¡¡¡ NO OIGO NÁ !!!

Hola de nuevo. Este año parece que, al fin, llevo un poco mejor el tema de las actualizaciones. A ver si dura :-P
Hoy escribiré sobre un tema que me preocupa especialmente, pero al que aún no le he encontrado una solución definitiva, así que escuchad atentamente, porque voy a hablar de la salud auditiva, y de uno de los peores enemigos de músicos y cantantes -aunque no pudo con Beethoven, claro: LA SORDERA.

Llevo unos cuantos años como cantante en diversas bandas -si mis cálculos no fallan, unos 23 añitos de nada- y hasta ahora no me ha empezado a preocupar de forma preocupante -valga la rebuznancia- el tema, quizás debido a que hasta ahora, la música para mí había sido simplemente un hobby, sin demasiadas pretensiones. Sí, todos aspiramos a que algún jefecillo de alguna discográfica oiga a nuestra banda y nos lance al estrellato de la noche a la mañana, pero eso pocas veces sucede. Incluso aunque nos hartemos de trabajar en el local de ensayo y dando bolos a diestro y siniestro, quizás a la diosa fortuna le hayan dado mal nuestra dirección y jamás llame a nuestra puerta.

Pues bien, hoy en día me dedico a cantar profesionalmente y mi preocupación sobre el tema de la audición ha aumentado de forma exponencial, y más al percibir los primeros problemas de pérdida de frecuencias o descompensación entre ambos oídos. Y es que los cantantes lo tenemos especialmente difícil con este tema: necesitamos oírnos en muy buenas condiciones para no perjudicarnos la voz en las actuaciones, que a veces duran más de seis horas. Eso no significa necesariamente que nos tengamos que oír muy fuerte, sino bien. Y lamentablemente, muchas veces eso resulta poco menos que imposible.

Para todo músico es esencial el tema del monitoraje, pero para alguien que utiliza un instrumento que puede deteriorarse con un uso forzado -como es la voz-, resulta vital. Y la cosa no es tan sencilla como ponerse tapones en los oídos y listos, pues cuando escuchamos nuestra voz al cantar, lo hacemos a través de dos fuentes: por un lado, lo que nos llega de fuera; por otro, la propia resonancia que produce la voz en el interior de nuestra cabeza. Si atenuamos demasiado la potencia que nos llega de fuera, oímos demasiado a nuestra "voz interior", y nos sonará todo como apagado y falto de brillo, haciéndonos muy difícil disfrutar de cualquier actuación y poder afinar correctamente. Lo que para otros músicos da muy buen rendimiento -estos tapones-, para nosotros los cantantes es solucionar un problema substituyéndolo por otro: quizás no nos quedaremos sordos, pero nos lastimaremos las cuerdas y, a la larga, perderemos la voz.

También está el tema de las "petacas" y los auriculares, pero debido a muchos factores -humanos, interferencias, calidad de los aparatos, etc- estos cacharritos siempre me han dado más disgustos que alegrías. Aunque no descarto que sea una buena solución futura, cuando técnicos y cantantes nos pongamos de acuerdo en afrontar el problema dedicándole el tiempo y la seriedad que necesita. A fin de cuentas, si nosotros perdemos nuestra voz, el espectáculo bajará muchos enteros. Y modestia aparte, no creo que seamos tan fáciles de sustituir por otros -esto va para mi jefe XDDD

Luego está la solución de los monitores, que puede resultar la mejor... siempre y cuando el tema del volumen de cada músico en el escenario esté controlado y no se desmarche la cosa, porque si no la gente acabará escuchando más lo que suena arriba que lo que sale por delante del escenario y acabaremos todos sordos. Y en nuestro caso particular, tenemos un problema añadido: al ser tres cantantes, cada uno quiere escucharse fuerte y claro, y cuando se trata de hacer coros a tres, la cosa resulta poco menos que impracticable. Y es que todos tenemos una determinada capacidad auditiva y unos determinados problemas de sordera -a veces sin saberlo-, y el volumen que para uno resulta correcto, para el otro puede ser o muy flojo, o molestamente alto. Y tampoco se trata de sembrar el escenario de monitores individualizados, pues en muchas ocasiones tocamos en sitios bastante pequeños y tendríamos un problema de espacio.
 
En fin, que estoy decidido a solucionar este gravísimo problema antes de acabar la temporada que ahora empezamos, por mi propio bien y el de mis compañeros. Tengo la voz bien entrenada y preparada para resistir muchos años el trote que le eche, y no quiero que mi carrera como cantante acabe de forma precipitada por problemas de audición. Y os aconsejo a todos, músicos y cantantes, que le déis a este tema la debida importancia antes de que sea demasiado tarde, y así poder disfrutar durante muchos años de este oficio que nos encant.

P.D. Siempre nos quedará la esperanza de que la ciencia avance en esta dirección y nos solucione el problema con algún implante dentro de unos años, pero esto no deja de ser, al fin y al cabo, una lotería, o sea que a cuidarse, maj@s ;-)

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